sábado, 10 de agosto de 2013

Una carta para nadie

Tiempo después de los sucesos acontecidos, él estaba musitando susurros al aire, frases que se perdían a través del viento, ondas que no llegaban a los oídos de nadie, ni siquiera a los suyos.

Buscaba entre recuerdos que decir. No podía buscar mucho. Cada vez que profundizaba en alguno le dolía el corazón y se aceleraba a tal punto que se sentía morir ¿qué podía hacer el pobre tipo para sacarse eso de adentro? esa materia amorfa de procedencia sentimental, los números no bastaron, mucho menos las letras que leyó y releyó todo ese tiempo, ninguna película hizo olvidar lo que pasó, lo que pasaba, y quién sabe si iba a pasar, a quien ahora está acostado en el tejado.

Liberarse un momento, o solamente saber cuál era esa fuente infinita de donde nacía aquel sinsabor. "Que cosa tan jodida… ¿a esto se le puede llamar vida?", dejó pasar algo de tiempo, aspiró con fuerza el cigarrillo, tomo algo de la Coca-Cola y grito para sí mismo que estaba harto… si se pudiese mover, si fuera valiente, en ese techo ya no habría nadie, al menos vivo.

No quería recordar nada, imágenes borrosas eran sus alterados recuerdos, hasta ese punto había llegado para protegerse, sin embargo, no estaba del todo  deshecho. Sintió algo incómodo en su bolsillo, miró dentro, había una hoja de papel doblada, manchada y un poco arrugada. Pensó entonces quemar el papel al viento después de haber visto de que se trataba, a quien le importaría de todas formas, no debía ser algo importante, no se acordaba siquiera de haber puesto ese papel ahí. Desdobló el papel y empezó a leer:

"Si intentara describir un suceso diferente en mi vida tendría que describirte a ti para ser preciso; a ti en tu conjunto de detalles que encantan a mis sentidos cansados de la rutina.
Expresarte la dicha que me da estar junto a ti es el objetivo, una alegría fundamentada en pequeñas acciones que dibujan sonrisas en la memoria, traducidas en recuerdos, pequeñas muecas y miradas fijas mientras jugamos a ser Ciclopes, las figuras que erizan la piel mientras en un beso recorres con una caricia mi mejilla, un abrazo que reconforta una semana de cansancio académico y finalmente lo que más me gusta entre otras muchas cosas es esa sonrisa iluminada por esos lindos ojos, sonrisa que se vuelve la cura de la vida cotidiana y un 'te quiero' al final de una conversación, o una visita, que tranquilizan a un tipo denigrante de su temporalidad.

Simplemente gracias por estar ahí. Sin la intención de que se lea barroco o extravagante, solo que se lea como suena en mi cabeza, a menudo habitada por vos. Gracias por ser un gran apoyo en este tiempo, has hecho que sea más fácil llevar esta etapa cargada de estrés.
att: ..."


Sin decir más, con una expresión de angustia quemó la carta al viento y dejó que las letras flotaran y se esfumaran como anteriormente sus palabras lo habían hecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario