Tiempo después de los
sucesos acontecidos, él estaba musitando susurros al aire, frases que se perdían
a través del viento, ondas que no llegaban a los oídos de nadie, ni siquiera a
los suyos.
Buscaba entre recuerdos que
decir. No podía buscar mucho. Cada vez que profundizaba en alguno le dolía el
corazón y se aceleraba a tal punto que se sentía morir ¿qué podía hacer el
pobre tipo para sacarse eso de adentro? esa materia amorfa de procedencia
sentimental, los números no bastaron, mucho menos las letras que leyó y releyó
todo ese tiempo, ninguna película hizo olvidar lo que pasó, lo que pasaba, y
quién sabe si iba a pasar, a quien ahora está acostado en el tejado.
Liberarse un momento, o
solamente saber cuál era esa fuente infinita de donde nacía aquel sinsabor.
"Que cosa tan jodida… ¿a esto se le puede llamar vida?", dejó pasar
algo de tiempo, aspiró con fuerza el cigarrillo, tomo algo de la Coca-Cola y
grito para sí mismo que estaba harto… si se pudiese mover, si fuera valiente,
en ese techo ya no habría nadie, al menos vivo.
No quería recordar nada, imágenes
borrosas eran sus alterados recuerdos, hasta ese punto había llegado para
protegerse, sin embargo, no estaba del todo
deshecho. Sintió algo incómodo en su bolsillo, miró dentro, había una
hoja de papel doblada, manchada y un poco arrugada. Pensó entonces quemar el
papel al viento después de haber visto de que se trataba, a quien le importaría
de todas formas, no debía ser algo importante, no se acordaba siquiera de haber
puesto ese papel ahí. Desdobló el papel y empezó a leer:
"Si intentara describir
un suceso diferente en mi vida tendría que describirte a ti para ser preciso; a
ti en tu conjunto de detalles que encantan a mis sentidos cansados de la
rutina.
Expresarte la dicha que me
da estar junto a ti es el objetivo, una alegría fundamentada en pequeñas
acciones que dibujan sonrisas en la memoria, traducidas en recuerdos, pequeñas
muecas y miradas fijas mientras jugamos a ser Ciclopes, las figuras que erizan
la piel mientras en un beso recorres con una caricia mi mejilla, un abrazo que
reconforta una semana de cansancio académico y finalmente lo que más me gusta
entre otras muchas cosas es esa sonrisa iluminada por esos lindos ojos, sonrisa
que se vuelve la cura de la vida cotidiana y un 'te quiero' al final de una
conversación, o una visita, que tranquilizan a un tipo denigrante de su
temporalidad.
Simplemente gracias por
estar ahí. Sin la intención de que se lea barroco o extravagante, solo que se
lea como suena en mi cabeza, a menudo habitada por vos. Gracias por ser un gran
apoyo en este tiempo, has hecho que sea más fácil llevar esta etapa cargada de
estrés.
att: ..."
Sin decir más, con una
expresión de angustia quemó la carta al viento y dejó que las letras flotaran y
se esfumaran como anteriormente sus palabras lo habían hecho.
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