miércoles, 1 de agosto de 2012

El caballo de acero convertido en plata



Erase una vez, como empieza toda fábula, un caballo de acero que de manera brava la superficie andaba, sus ruedas a la velocidad  del rayo giraban, y su dueño complacido de su rendimiento felizmente todo el día lo montaba.
Años y años pasaron de tanto trajín, con el dueño encima pedaleando a mil, de tanto esfuerzo el caballo cedía, pues si el dueño no lo cuidaba el mal se mantenía. Su cadena chirriaba, su montura cedía, sin embargo, en velocidad no caía. El caballito de  acero de tanto andar, había obtenido una fuerza inusual, algo extraño pro su condición, de un cuerpo algo frágil y para ser sinceros no muy especial.
Un día de golpe su cadena se rompió y el tirano dueño  abandonarlo decidió, ese tirano dejo atrás a su caballito de acero que tan fielmente y por tantos años lo había transportado, pero acaso eso hizo rendir al ya poderoso caballo, que  siguió su camino solo  sin siquiera vacilar, muchos esfuerzos tuvo que hacer, sin un piloto en su montura el camino se hacia difícil de recorrer, tras cientos de obstáculos el camino acabo el premio fue que su cuerpo cambió, se hizo más fuerte el acero cambió, y al final de la fabulo de plata quedó.

Por: Andrés Felipe Marín Quintero y Santiago Gómez Castaño